La última foto

En el siglo XVIII el Romanticismo idealizó el suicidio gracias a obras como “Las penas del joven Werther” y como modo de glorificar lo que consideraban el máximo ejemplo de la libertad individual. Desde entonces el tópico mutó hasta el paradigma de que el artista verdadero es el artista que sufre. Paradójicamente el sufrimiento nos ha privado de más artistas de los que ha originado.
Sin embargo, es un tópico que no por recurrente es unidireccional. Por un lado, al suicida se lo ha considerado heroico. Por otro, cobarde.
Por un lado la religión considera que quitarse la vida es pecado; por otro, el cristianismo está lleno de santos mártires, dispuestos a morir por su religión.
No es inusual el suicidio en nombre de la libertad: tanto la individual, como en el caso del héroe romántico, que lo ve como la mayor clase de autonomía, sino también en desafío a la tiranía del cual Salvador Allende o Baltasar Brum podrían citarse como ejemplo.
El suicida también es visto como víctima: de la sociedad, de la injusticia incluso, de sí mismo, pero a la vez se lo culpa por causar tanto dolor a sus seres queridos y por haber dejado de luchar.
Se ha dicho que la capacidad de quitarnos la vida es lo que nos distingue de los animales. Junto, claro, con la capacidad de hablar y reírnos.
¿Por qué la cultura tiene esa fascinación con el suicida?
Quizás sea por todo lo anterior.
En el siglo XIX el influyente crítico literario Saint-Marc Girardin, escribio que el suicidio no era la enfermedad de los que son simples de mente y de corazón. Es la enfermedad de los refinados y los filósofos.
Y es quizás en esta idea falsa de donde se desprende la actual noción de que el artista refinado y profundo, es decir, el artista valioso tiene que sufrir, que no existen buenos poemas que sean alegres y, probablemente, que es más meritorio el drama que la comedia.
Sería una reducción imperdonable suponer que alguien cultive su propia infelicidad al punto de quitarse la vida para ganar la posteridad. Pero sí creemos que es probable que quien ya esté en este oscuro viaje no busque ayuda porque crea que es inherente a lo que él o ella es, que hay algo esencial en ese sufrimiento.
Lo único claro es que en torno a este tema las cosas no son tan sencillas ni tan lineales. Como no lo fueron para Horacio Quiroga, Víctor Lima, la poeta Teresa Amy, el también poeta Julio Inverso, el baterista de Psiglo, Gonzalo Ferrugia, el cantante de tangos Romeo Gavioli, el escritor y político Carlos Roxlo y, como no, para Eduardo Darnauchans, que técnicamente no se suicidó o, si lo hizo, fue lentamente y copa a copa pero que, mientras tanto, le cantó al suicidio como nadie.
Este ciclo se exhibe en el marco de la campaña La última foto, un programa de concientización y prevención del suicidio. Los invitamos a visitar su página web https://laultimafoto.uy/ donde encontrarán testimonios, materiales de apoyo y herramientas para trabajar este tema tan delicado y que impacta tan fuertemente en nuestra sociedad, cuyo índice de suicidios es uno de los más altos de Latinoamérica.

Aftersun

DIR: Charlotte Wells / 98 min.

Reino Unido, Estados Unidos 2022.

Close

DIR: Lukas Dhont / 104 min.

Bélgica, Francia, Países Bajos 2022.

El séptimo continente

DIR: Michael Haneke / 108 min.

Austria 1989.

Los seres queridos

DIR: Anne Émond / 102 min.

Canadá 2015.

Harold y Maude

DIR: Hal Ashby / 90 min.

Estados Unidos 1971.

¡Qué bello es vivir!

DIR: Frank Capra / 130 min.

Estados Unidos 1946.

Las vírgenes suicidas

DIR: Sofia Coppola / 97 min.

Estados Unidos 1999.

Las horas

DIR: Stephen Daldry / 114 min.

Estados Unidos 2002.

Las zapatillas rojas

DIR: Michael Powell, Emeric Pressburger / 133 min.

Reino Unido 1948.